Cada cual lidera según su propia cultura, entorno, creencias, su carácter o simplemente, su costumbre, dando lugar a infinidad de modelos unipersonales. Pero, podemos observar similitudes en los comportamientos de las personas que lideran; ello nos lleva definir algunos modelos de liderazgo.

Conocer los diferentes modelos de liderazgo nos ayudará a ver cuál responde a mi forma de ser, qué estilo quiero.

El liderazgo es la capacidad de influir en un grupo de personas. No es una característica innata, ni una actitud exclusiva de unas cuantas personas. Se puede aprender si existe voluntad y oportunidad de entrenar las habilidades y competencias específicas.

liderazgo femenino

Fotografía realizada por Ana María Álvarez

Liderazgo femenino, liderazgo positivo

La presencia de las mujeres en la empresa supuso una importante transformación; la entrada de mujeres en los puestos de dirección supone una revolución. Ellas aportan, en muchos casos, un estilo diferente, un liderazgo positivo.

Un ejemplo lo vimos hace relativamente poco en la gestión de la crisis de la Covid-19: los países que contaron con un liderazgo femenino consiguieron mejores resultados. Ellas supieron reaccionar de manera más práctica, rotunda, anticipada, basándose en criterios científicos y de expertos, y no en criterios políticos.

Este fue el comportamiento de siete países dirigidos por mujeres:  Mette Frederiksen (Dinamarca), Katrín Jakobsdóttir (Islandia), Sanna Marin (Finlandia), Angela Merkel (Alemania), Jacinda Ardern (Nueva Zelanda), Erna Solberg (Noruega) y Tsai Ing-wen (Taiwán).

No es una cuestión de apreciación partidista sino de comprobación objetiva. Ellas estuvieron, en general, a la altura de sus cargos y de las responsabilidades por y para las que fueran elegidas.

Liderazgo transformacional

Antes ya lo hemos dicho, cada una ha de preguntarse cómo quiere desarrollar su propio liderazgo y hacerlo en función de su experiencia, capacidad de análisis y de comunicación, de resolución de conflictos y, también, cómo no, de sus debilidades y carencias.

Las mujeres somos valientes: no nos importa mostrar nuestras debilidades y compartir para mejorar.  Es un rasgo de liderazgo que hoy es clave, porque al no tener necesidad de ocultar dudas de incertidumbres somos (más) capaces de abrazarlas y surfear con ellas.

Nosotras encajamos más en un estilo democrático o participativo que en uno autocrático.

Sabemos que, de manera general, nosotras encajamos más en un estilo democrático o participativo que en uno autocrático. Nos solemos sentir más a gusto centrándonos en las personas, sus problemas, necesidades e intereses, huimos de los protagonismos, propiciamos los pactos y la escucha.

Se suele afirmar que ejercemos con frecuencia un liderazgo transformacional, aquel que se basa en el trabajo cooperativo, donde el éxito no es de una persona sino del grupo, en el que se combina el trabajo racional con el intuitivo y donde la competición deja paso a la colaboración.

Cada una hemos de encontrar un estilo propio

Un estilo que sea fiel a nuestros valores y no asumir ni adoptar como propio —como ha sucedido en múltiples ocasiones— los modelos anclados en el pasado que no nos representan.

Es esencial dedicar y dedicarnos el tiempo necesario sin presión, saber que vale la pena el esfuerzo, no paralizarnos al asumir responsabilidad, no permitir que la obligación y la responsabilidad nos robe la vida. Aprender y formarnos siempre, atribuirnos valor, ser flexibles, apoyarnos en nuestro equipo y, finalmente y no menos importante, construir redes de mujeres.

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