Como se puede ver en la gráfica, desde los años 80, hace más de 40 años, no teníamos una inflación similar a la actual. La mayoría de nosotros no hemos vivido ni gestionado unas tasas como las actuales. Suponemos que en los 80 la mayoría de las empresas incrementaba sus precios en relación a la inflación pasada y/o prevista, y, tema resuelto.

inflación

Gráfico de la Inflación histórica en España. Fuente www.inflation.eu

La pregunta que se estarán haciendo muchas empresas es cómo van a gestionar la inflación en el año 2023. El entorno en el que nos movemos es complejo e imprevisible en algunos aspectos. Sin querer hacer una descripción exhaustiva ni negativa, podemos recordar algunas variables “difíciles de prever” a 12 meses vista:

  • La evolución de los costes de la energía
  • Los costes de transporte
  • El coste del dinero
  • El impacto en las cadenas de suministro
  • La evolución de los convenios laborales (en cada uno de los sectores donde operamos)
  • La evolución exponencial del cambio climático: escasez de agua, nuevos virus, catástrofes naturales, etc.
  • Las guerras y las diferentes posturas de los países
  • Las polarizaciones políticas
  • La revolución exponencial tecnológica

Pero, volviendo al principio, el tema que nos ocupa es cómo vamos a gestionar la inflación de nuestras empresas.

Veamos dos posturas diametralmente opuestas:

  1. Repercutir el 100% de los costes en nuestros precios de venta.
  2. No repercutir los costes en los precios de venta.

En la primera postura, posiblemente podremos mantener nuestros márgenes unitarios pero los márgenes totales nos descenderán al perder facturación. Generalmente creemos que los mercados no aceptarían unos precios de venta actualizados a la inflación.

En la segunda, nuestros márgenes unitarios descenderán y posiblemente nuestra facturación se mantenga, pero el riesgo de entrar en pérdidas es bastante elevado.

 

Creemos que una postura razonable sería aplicar una intermedia entre las dos anteriores:

– Ser más eficientes gestionando la productividad de nuestras cadenas de valor. Por ejemplo:

☑️ La utilización moderada de los recursos naturales

☑️ Economía circular

☑️ Reducir la huella de carbono y la híbrida

☑️ Energías verdes

☑️ Relanzar nuestros productos y servicios para que sean más sostenibles y acceder a los “océanos azules”

☑️ Colaborar con nuestros proveedores de materias primas

☑️ Velar por la salud y bienestar de nuestros empleados, etc.

Todo ello sin bajar la calidad y la cantidad unitaria en nuestros productos y servicios. Cada compañía deberá hacer sus deberes dependiendo de su estructura de costes y sector donde opera. Seguramente habrá que hacer algunas inversiones, pero el reto vale la pena.

– Incrementar nuestros precios de venta de forma moderada. Esta medida junto con la anterior nos puede permitir que mantengamos unos márgenes unitarios y absolutos aceptables.

 

Una dirección Estratégica “Agile” nos ayudará a gestionar la inflación el año 2023

En general creemos que en el año 2023 deberíamos, inicialmente, intentar mantener nuestra cuota de mercado a costa de que nuestros márgenes y beneficios puedan descender ligeramente.

La situación de incertidumbre actual la debemos convertir en un reto, detectando oportunidades de mejora para nuestra empresa. Lamentarnos de la inflación actual no nos ayuda a poder mejorar.

De todas formas, habrá que estar muy atentos a cómo evolucionan las variables anteriores y algunas otras. Sea como fuere, una dirección estratégica “agile” es necesaria.

Sugerimos que antes de confeccionar el presupuesto del 2023 tengamos tomada una postura inicial. La mejor decisión es la que se toma.

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