Cada uno de nosotros y de nosotras tenemos algunos temas que nos cuestan abordar, son las “Conversaciones difíciles”; nos cuesta hablar de ellos y tendemos a rehuirlos.
Fuente: elaboración propia
Hay quien todo se lo toma mal y la mínima inicia una discusión. Otros, lejos de escuchar, entienden lo que quieren y por ende, el mensaje que captan en nada se asemeja a lo que queríamos decirles. Y aparecen los malentendidos, enfados y diálogos que no llevan a nada.
Tener dificultades para abordar una determinada conversación no tiene nada que ver con la educación o el estatus de una persona.
Es una cuestión subjetiva, es decir, lo que a una persona le puede resultar fácil, puede ser difícil para otra. Lo importante es que cada uno identifiquemos qué nos resulta difícil.
A ti, ¿qué conversación te parece difícil?
Generalmente, todas ellas tienen en común que hay algo “importante” para ti en juego:
- Solicitar un aumento de sueldo
- Negociar un contrato con un cliente
- Tener que realizar o recibir una evaluación negativa.
- O, simplemente, atreverte a quejarte de un ruido molesto que no te deja ni pensar……
Muchas veces son difíciles porque nos cuestionan temas de identidad: ¿Lo hago bastante bien? ¿Trabajo suficiente? ¿Soy buena persona? …En una conversación “difícil” nos puede pasar que la otra/s persona/s nos diga cómo nos ve y, eso, muchas veces nos da miedo porque puede chocar con lo que pensamos de nosotros mismos. Puede amenazar la imagen que tenemos de nosotros.
¿Cómo acabó la conversación?
Cuando hay un desacuerdo, varias versiones de la situación, sentimos a menudo que se está escogiendo entre quien tiene la razón y quien tiene la culpa, en vez de analizar las posibles soluciones. Eso nos suele incomodar y nos preguntamos:
– ¿Quién me apoya? ¿Por qué otros lo ven diferente?
– ¿Querían tener ese impacto negativo o positivo sobre mí?
Buscar culpables o aliados nos aleja de encontrar una solución objetiva, de llegar a un entendimiento.
Conversaciones dónde los sentimientos están a flor de piel
¿Un profesional debe guardarse los sentimientos? ¿Y si estamos ofendidos o hemos ofendido?
Lo cierto es que, aún ahora, las personas juzgan emociones como la ira, la tristeza y la frustración mucho más duramente cuando las muestra una mujer que si lo hace un hombre. La ira en un hombre puede ser interpretada como capacidad de gestión, sin embargo, en una mujer puede ser vista como ineptitud e histeria. Un doble rasero que deberíamos cambiar.
Que me siente mal ¿es culpa de los otros?
¿Cómo debo reaccionar? ¿me debería enfadar o debería permanecer en silencio? Pienso que se tiene que poder expresar tus sentimientos sin necesidad de culpar a los demás ni admitir cómo correcta su versión. Comunicar y clarificar es importante; también lo es no dejar pasar tiempo sino atajar el problema en cuanto lo vemos asomar.
Cuando afloran los sentimientos debemos procurar mantener la cabeza clara, y, al mismo tiempo, ser fieles y consecuentes con nuestra forma de ser: no es bueno tener 2 caras.
Cuando la Identidad es demasiado rígida en algunas conversaciones
A veces sentimos que atacan nuestra identidad injustamente, me cierro en banda, ya no escucho y menos reflexiono sobre qué parte de razón pueden tener ni por qué lo dicen.
¿Tengo miedo de reconocer, aunque me duela, que alguna parte de razón tienen? ¿Cómo puedo validar alguna parte sin negar como soy? ¿Qué te juegas? ¿Está en verdadero riesgo tu identidad? Valora si planteas el tema; pregúntate cuál es el propósito de la conversación.
Algunos consejos si decides plantear la “conversación difícil”
Piensa, pero actúa
¿Qué puede ocurrir si no abordo la cuestión a corto, medio y largo plazo? el coste de no hacer nada. Hazte una idea de cómo puede ir la conversación. Clarifica qué pasó: escucha, informado, trata de entender las razones de una y otra, ……y de comprender las emociones
No mezclar intención con impacto escucha, pregunta y no te pongas a la defensiva
Habla del impacto que tiene en ti y averigua cuál tiene en la otra persona. Pregunta cómo lo ve ella y deja que lo argumente. Pídele cómo piensa que podría mejorar la situación en un futuro. Trata de comprender y que te comprendan, no convencer o persuadir.
Trata de convertir la conversación difícil en una conversación para aprender, un reto para crecer
Haz preguntas abiertas, no interrogatorios ni preguntas-respuesta. Clarifica y verifica lo que dice la otra persona para entender, no interpretes lo que dice. Deja que el otro exprese lo que está entendiendo de la conversación.
Pregunta cuál era el objetivo, qué pensaba conseguirse
Evita la exageración: “siempre haces…”
Sé claro, directo pero respetuoso
No intentes endulzar ni esconder lo que piensas. Hazlo con argumentos y respeto. No tengas miedo a equivocarte. No quieras anular todos los sentimientos pasando a ser sólo analítica y racional.
Resuelve con imaginación y equilibrio
Inventa una propuesta en donde todos ganen algo. Trata de mantener el diálogo y la comunicación abiertas.
Que te cueste una conversación difícil no significa que tengas carencia de habilidades de comunicación y negociación; Hay motivos por los que a ti te cuesta una conversación determinada, por tu ADN posiblemente, pero hemos de buscar las soluciones en nuestros puntos fuertes.
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