Para definir una propuesta de valor generalmente hemos de partir primero de una reflexión estratégica y del diagnóstico de nuestra compañía.

Pero, si no disponemos de tiempo, podemos intentar redactarla directamente.

La propuesta de valor se debería formular en una o dos frases, como máximo, que  incluyan:

  • Qué hacemos: Destacar qué actividades son las claves, aunque no sean las más importantes a nivel de facturación.
  • Cómo lo hacemos: Con qué metodologías, procesos, knowhow, organización, etc. realizamos las actividades.
  • Para quién lo hacemos: principalmente para qué tipología/s de clientes ofrecemos nuestros productos/servicios, aunque puede haber otros grupos de interés externos e internos. Vale la pena priorizar.
  • Por qué lo hacemos: Es la parte más transcendente de una propuesta de valor y a veces la mas difícil de definir. Se puede pensar en temas sociales, medioambientales o, en el propósito de la empresa.
Fuente: Elaboración S&D

Generalmente a la primera no sale y se han de hacer varias redacciones hasta obtener la definitiva.

Una vez redactada hay que comprobar si es diferencial con respecto a nuestra competencia, al menos en algunos aspectos. Si no lo es, deberíamos redactar una nueva propuesta de valor que sí lo sea y que, además, podamos asumir en el corto plazo. De no ser así, no nos quedará otro remedio que revisar nuestra estrategia.

La propuesta de valor debería ir actualizándose en el tiempo, intentando siempre que sea diferencial respecto a nuestra competencia.

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