Siempre al finalizar el año me gusta hacer balance y, especialmente pensar en los objetivos para el siguiente. No deja de ser una manera de cerrar una ventana y abrir otra; construir y reconstruir avanzando en nuestro crecimiento.
Este año, a pesar de haber sido cuando menos diferente y ciertamente inclasificable, os propongo hacer lo mismo.
Hemos aprendido muchas cosas, eso sí, con un coste personal importante. Muchas de ellas no dejan de recordárnoslas, de manera machacona, en los medios de comunicación y los chats estos últimos días: la gran capacidad de resistencia y también de resilencia junto con la solidaridad y la sostenibilidad. Sin ánimo de restarles importancia, me gustaría destacar otros dos aspectos que he ido observando en mi trabajo con las empresas y entidades con las que colaboro: la innovación y el emprendimiento, ambos compartidos, que han permitido crear y proponer a pesar del entorno y, también, debido al entorno. Hemos agudizado la capacidad de observación y análisis, y no nos hemos quedado allí, sino que la mayoría y cada uno en su nivel, ha propuesto transformaciones y enfoques nuevos.
En definitiva, lo que os quiero transmitir es que este 2020 que finaliza, por convicción o necesidad, nos ha permitido aprender a hacer mejor las preguntas para encontrar las mejores respuestas.
Aprovechemos pues este camino que hemos hecho. Este es el objetivo que propongo.
¡Feliz 2021 para todos!