España, según el The Global Competitiveness Report 2017–2018, que mide innovación y economía, se encuentra en el puesto 34 del mundo de un total de 137 países. Si lo comparamos con su entorno europeo, se sitúa según el ranking en el puesto 16 estando economías muy similares como Portugal e Italia por debajo, en los puestos 42 y 43 respectivamente. Respecto del período anterior, España ha perdido puestos, estaba en el 32 pero, prácticamente podríamos decir que se ha estancado lo que supone ir a la baja cuando en su entorno, como ha pasado, otros siguen mejorando.

En general el comportamiento de los países del sur de Europa ha sido claramente a la baja.

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Gráfico 1: Evolución de algunos países y economías del período 2006-07 al 2016-17

Entonces ¿cómo es nuestra evolución? Aunque casi todo es relativo y sobretodo interpretable, me atrevería a decantarme por que nos hemos enfriado y seguramente descuidado: Si no se mejora se va para atrás.

Para poder ser más concreto os propongo incidir en los factores que conforman la puntuación haciendo hincapié en uno que me parece esencial para la evolución, sin menospreciar por ello el resto, la innovación.

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Gráfico 2: Comparativo España/ Europa y Norte América en los factores que determinan la evolución de la economía (2017)

En este factor estamos por debajo de la media de nuestro grupo, Europa y Norte América, y, además la 4ª razón que el informe atribuye a esta situación es la “insuficiente capacidad para innovar” sólo superada por la ineficiencia burocrática de los gobiernos, los impuestos y la restrictiva regulación del trabajo.

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Gráfico 3: Puntuación de los diferentes componentes que determinan el valor de la Innovación en España (2017)

Nota 1: 

La muestra es de 137 países. La primera columna muestra el lugar en el “Ranking”, la segunda la tendencia. Los valores están en una escala del 1 a 7. Las líneas de tendencia representan la evolución en los valores desde la edición 2012-2013. (Global Competitiveness Report)

Hemos de reclamar más apoyo pero, también empezar por nosotros mismos, por nuestras empresas, para que todos mejoremos y seamos más competitivos. La apuesta por la innovación ha de ser decidida y clara. Hemos de invertir en nuestro futuro para que éste sea sostenible en el tiempo.

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