Al iniciar este nuevo año que también es nueva década, muchos nos preguntamos qué perspectivas podemos esperar, a nivel global y local, para el sector de la construcción.
Como ya es costumbre, los expertos de 19 países europeos que conforman la red Euroconstruct presentaron sus conclusiones al respecto en la conferencia celebrada en Warsaw el noviembre último.
La apreciación general es que estamos aflojando el ritmo; la alegría tras “salir” de la crisis se ha ido amortiguando con el tiempo y vemos que la toma de decisión se ralentiza provocando que el dinero no fluya con la rapidez esperada. De un crecimiento anual medio del 3,6% en la construcción en Europa en 2017-2018, hemos pasado a uno del 2,3% para 2018-2019. La expectativa para el período 2020-2022 es la que preocupa ya que los expertos la sitúan en un crecimiento del 1%.
Ello supone que habrá algunos países con un crecimiento negativo y, eso sí, otros con crecimientos superiores, aunque, el contraste entre unos y otros no será excesivo como había sucedido anteriormente.
Destacamos en la parte negativa a Hungría que pasa de haber tenido un crecimiento mayor al 10% a uno esperado del 1%. Irlanda si bien disminuye, pasa del 10% al casi 6%. Entre los que mejoran sus expectativas se encuentra Reino Unido pero tan sólo del 1 al 2%.
Pero, ¿qué se prevé que pase en España?
A pesar del clima de vulnerabilidad de nuestra economía, se espera que el crecimiento de la construcción se vaya desacelerando de forma progresiva (2% en 2021 y 0,7% en 2022), no brusca.
Por subsectores, la vivienda alargará su ciclo positivo pasando del 9,5% de 2019 al 6% en 2020. En cuanto a la edificación no residencial, pasará del 5% en 2019 al 3% en 2020. La ingeniería civil que en 2019 ha tenido un crecimiento del 1%, se prevé que crezca hasta el 2,5% en 2020.
En conclusión, se prevé en España un ligero crecimiento que será menor del habido en 2019 pero superior a la media europea.
¿Qué aconsejamos?
Pues concentrarse en pocas acciones y trabajarlas a fondo, de forma genérica proponemos 3:
- Mejorar la organización interna aumentando la eficiencia a través de implantar procesos y conformar un equipo compacto y comprometido
- Reforzar la imagen externa con un posicionamiento claro y al tiempo diferenciador con respecto a la competencia
- Apostar por la innovación, la tecnología, la digitalización de las empresas y la inteligencia artificial para poder ser más agiles.
De todas formas, cada empresa debe tomar, o mejor, debería haber tomado sus decisiones ya e implantarlas lo antes posible. Todo va muy rápido y no hay tiempo que perder. Mejor ser proactivos que reactivos.