comunicar

Preparación/reflexión: qué quiero transmitir.

Aunque parezca una obviedad, para comunicarnos bien, primero deberemos conocernos a nosotros mismos, nuestras fortalezas y debilidades, potenciar las primeras y ser uno mismo: no pretender ser otra cosa. Una gran dosis de realismo y sinceridad.

Quién es nuestro interlocutor, qué necesita, qué espera de nosotros, cómo podemos captar su atención….en definitiva, conocerle y ponernos en su lugar. Aquí a veces pecamos de prepotentes y suponemos que nosotros sabemos qué necesita y qué es mejor para él: no es una cuestión de adivinar, de suponer, es un ejercicio como el primero, de realismo y sinceridad: ponernos en su piel, no qué haría yo en su lugar sino qué haría él en su lugar.

Este proceso no deja de ser creativo y como tal requiere que le dediques un tiempo. En cambio, a la hora de comunicar el tiempo es un bien preciado, hemos de concretar, es una variable importante. Solemos pecar de explicar con exceso de información y ello puede provocar poca claridad y confusión. Más vale pocos conceptos pero muy claros.

¿Qué quiero transmitir? y junto a ésta otra pregunta ¿qué información quiero que tenga de mí, mi empresa, mi trabajo y/o mi producto?

Por ejemplo, de un cliente quiero que me contrate, por tanto, deberé pensar qué necesidades puede tener y porqué me contrataría a mí para cubrirlas.

Y con esta actitud debo afrontar cada uno de los escenarios: qué quiero conseguir, qué le puedo ofrecer que le interese, qué me interesa de él. Ponerme en su lugar, entender sus objetivos, pensar en la manera de ayudarle y que nos ayude a nosotros: un equilibrio justo entre intereses, necesidades, trabajos, …soluciones.