En este largo recorrido de los últimos años hemos aprendido mucho y nos hemos desprendido de muchas muletas y prejuicios que nos pesaban cada vez más. Como ha ocurrido siempre en las revoluciones, miramos adelante con ojos nuevos y lo aprendido, no me atrevo a decir que no sirve, pero sí que hay que revisarlo. Y es que mucho de lo que dábamos por bueno ahora no sólo lo hemos puesto en duda, sino que lo negamos:
Un ejemplo fácil: Trabajar mucho y bien no garantiza tener trabajo. Nos enseñaron que la labor bien hecha tenía recompensa y, ya no es cierto. Trabajar, esforzarse, …sin venderse no tiene futuro. De nada sirve si nadie, o al menos tus potenciales clientes, sabe qué haces y que lo haces bien. Entonces, la publicidad, el marketing, las técnicas de ventas que habíamos demonizado en muchos casos, ¿son necesarias y buenas? Hemos criticado los excesos de ego y ahora abogamos por una discreción en el trabajo ¿no es una contradicción?
Defendemos un nuevo escenario de colaboración donde el grupo pese más que el individuo, donde las personas sean flexibles y capaces de asumir en cada momento el rol que mejor puedan hacer. Apostamos por el trabajo en red para sumar esfuerzos y presentar una oferta más competitiva. Creemos en la necesidad de pensar, reflexionar, buscar soluciones, equivocarse y volver a intentarlo, ….una nueva etapa en la que recorrer un camino, se valora más que encontrarlo.
Se necesita gente dispuesta a arrimar el hombro desde el anonimato y en pequeños proyectos. Gente capaz de aportar soluciones a problemas existentes pero tal vez no reconocidos, a crear su propio encargo. A trabajar por proyectos, inseguridad y discontinuidad en la contratación: adiós a los trabajos para toda la vida!.
Todo ello ha supuesto un cambio importante que no todos han podido dar pero, los que han resistido tienen todo el mundo por delante: ha empezado un nuevo año en blanco; vamos a escribirlo!